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Se calcula que uno de cada 25 niños presentan trastornos de Déficit de Atención o hiperactividad. Sin embargo, los expertos en esta área aseguran que esa disfunción neurológica todavía no se conoce suficiente ...

El niño agitaba la cabeza de forma repentina y un poco violenta. Sus padres estaban preocupados, pues temían que aquel gesto tan extraño se convirtiera en un tic. Así que decidieron preguntarle al crío por qué lo hacía. "Cuando el ratón del ordenador se bloquea, hay que agitarlo para que vuelva a funcionar. A mi cabeza le pasa lo mismo", respondió, para sorpresa de sus progenitores.

 

El protagonista de este verídico relato es un niño con TDA-H, es decir, con lo que se conoce como Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad. "Son totalmente conscientes de que algo les pasa. Es más, cuando les explicas lo que les sucede sienten un gran alivio, porque ya no son ni malos ni tontos, tal y como les han transmitido muchas veces", constata la psicopedagoga Maite Urkizu.

La etiqueta de "vagos, bichos, lelos e indomables" persigue a estas personas de las que se habla cada vez más, pero de las que todavía no se sabe lo suficiente. Son lo que comúnmente se conoce como niños hiperactivos o con déficit de atención. Los expertos calculan que uno de cada 25 niños presenta alguna variante del TDA-H -del 3 al 5% de los jóvenes-, aunque Urkizu alerta de la existencia de "muchísimos casos" que no se diagnostican. Todos ellos tienen que afrontar grandes dificultades a lo largo de su niñez y adolescencia.

Juanjo Agirre se dio cuenta de ello cuando su hija Ainhoa comenzó a mostrar algunos comportamientos "difíciles". Este hombre, actual presidente de Adahigi (Asociación de Déficit de Atención e Hiperactividad de Gipuzkoa), y su mujer observaron que "desde muy txiki" su hija "no podía comer en la mesa". "Cuando había algo que no le gustaba, los platos salían volando", recuerda Agirre.

Cuando empezó a ir a la ikastola, Ainhoa "siempre estaba metida en todos los conflictos, fuera o no ella la culpable". Su padre rememora que "le costó mucho" empezar a leer y para aprender las cuatro reglas matemáticas fue "un calvario". "Como padres también es una situación dura, porque te arrastran a los problemas. Una vez, estábamos haciendo la compra en un supermercado, la niña iba corriendo por los pasillos y abrió una puerta de seguridad. Saltó la alarma y se armó un lío", relata Agirre, padre de otro hijo que ahora tiene 20 años.

Desde los tres años notaron que "algo raro había" -apreciaban grandes diferencias de conducta respecto a su hermano- y hasta los once, el matrimonio y su hija estuvieron "dando tumbos" por todo tipo de consultas médicos. Los profesores notaban diferencias y estaban muy encima de ella, "pero no sabían muy bien qué le pasaba". Hasta que en 2001, un especialista identificó el problema: Ainhoa era hiperactiva.

los padres

"En qué has fallado"

"Como padre te preguntas en qué has fallado para que la niña tenga TDA-H. Hasta que te aseguran que es un trastorno neurológico", explica el presidente de Adahigi. De hecho, muchos de los progenitores de estos niños tienen que afrontar la acusación de "maleducar" a sus vástagos e incluso de "tenerlos abandonados". Maite Urkizu insiste en que no es un problema educacional: "Se trata de una disfunción neurológica que acarrea dificultades para mantener la atención, lo que conlleva, a su vez falta de capacidad de concentración o gran impulsividad".

Después del diagnóstico, Ainhoa comenzó a recibir medicación y terapia psicopedagógica, tras lo que ha tenido una "buena evolución". En la actualidad tiene 16 años. Según aprecia Agirre, los niños llevan la "mochila muy cargada de etiquetas de folloneros, inquietos y vagos", así que sienten cierto alivio al saber qué les pasa. A partir de ahí, también gracias al "cariño y protección" que ofrecen los padres, la situación comienza a mejorar.

"Hay comportamientos que van cambiando, aunque aparecen otros. Dificultades para relacionarse con la gente, problemas en los estudios... La hiperactividad, en cambio, decrece con el tiempo; es como si fueran perdiendo gasolina. Ellos también aprenden a controlarse. En lo que se refiere al déficit de atención y a la impulsividad, no desaparecen nunca, aunque se pueden trabajar", comenta Agirre.

Así, el mensaje que trasladan desde Adahigi es de optimismo. Sobre todo teniendo en cuenta que ya no existe el desconocimiento que hace diez años envolvía al TDA-H. "Fue hacia 2000 cuando se tomó conciencia y comenzaron a preparar personal médico", afirma Maite Urkizu. De hecho, según observa en su labor diaria, a pesar de las dificultades los niños "salen adelante". "Cuanto más precoz sea el diagnóstico y cuanto antes reciban tratamiento y terapia, mejores resultados vamos a tener", constata Juanjo Agirre.

el siguiente paso

La educación

Una vez identificado el problema y puestos los medios para superarlo, la disyuntiva para los padres suelen ser los estudios. Aunque depende del caso, Urkizu indica que muchos de ellos pasan una Primaria "justa" y repiten algún curso en Secundaria, por lo que acaban cursando un grado medio de Formación Profesional.

"Es una pena que tomen esa decisión limitados por su trastorno. Aconsejamos a los padres que el niño haga lo que le apetezca, ya sea un Grado Medio o el Bachillerato. Que no esté condicionado por este aspecto", recomienda la psicopedagoga. Porque hay casos que, salvando los obstáculos, estudian una carrera.

Para alentar todo ese proceso de mejora, los padres deben tener "mucha paciencia". "Con el resto de chavales es suficiente repetir algo cuatro veces, mientras que con estos hay que hacerlo 325 veces", añade Urkizu. Juanjo Agirre lo ha vivido en su propia piel. "Es importante fijar unas metas y ser muy constante, establecer cuatro reglas sencillas y nunca salir de ellas".

Urkizu asiente y constata que esa labor tiene que ser "muy continua" porque a los niños con TDA-H les cuesta "coger los hábitos". "No es suficiente con que le exijas una vez dejar la mochila en su cuarto al llegar a casa, al día siguiente va a dejarla en el suelo. No porque no quiera hacerlo, sino porque se fijará en algo que le entusiasma y tendrá que verlo en ese mismo instante", resume.

Noticia publicada en Noticias de Gipuzkoa el 27 de Abril de 2008

 

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