El experto impartió un taller dirigido a los padres, organizado por la Asociación Navarra para el Tratamiento y Estudio del Déficit de Atención, Hiperactividad e Impulsividad, en el marzo de la III Semana Europea de sensibilización sobre este trastorno.
¿Cómo altera la rutina familiar un niño con TDH?
Las dificultades para manejar adecuadamente la situación a veces generan más problemas que el propio trastorno. Es preciso que los padres se formen, adquieran estrategias y técnicas adecuadas, lean, se pongan de acuerdo entre ellos, aumenten sus tiempos de respiro y como pareja, etc. Si se tarda mucho el impacto es mayor.
¿Qué ocurre?
El trastorno se generaliza, invade áreas que no tenía porqué invadir. Puede crear problemas conyugales, estrés en los padres, etc. Los padres tienen que colocar el TDH en su sitio, protegerse y desarrollar estrategias para seguir con su vida.
Hay tratamiento farmacológicos ¿Los padres suelen ser reacios?
El tratamiento farmacológico, con seguimiento médico, ayuda. Eso indican los estudios. Pero, además, está el tratamiento psicoeducativo y el tratamiento terapéutico. Centrarse en apoyos escolares es importante y en otros apoyos que ayuden al niño a aceptar el trastorno y a desarrollar estrategias para ser feliz y manejar su impulsividad, su inquietud, etc. El contexto escolar y familiar son esenciales y cuando trabajan en la misma línea y se respetan el pronóstico es bueno.
¿Los padres tienen sentimientos de culpabilidad?
El proceso de entender este diagnóstico no es sencillo y los padres pasan por situaciones emocionales muy diversas: desde negar que el trastorno existe hasta poner en duda el diagnóstico, buscar opiniones de otros expertos, tener sentimientos de culpa, de frustración, etc. Cuando se asume se empiezan a desarrollar estrategias adecuadas y siguen con sus vidas sin que el TDH vaya más allá.
¿Cuándo es conveniente buscar apoyo?
En cualquier momento.
¿Qué es lo que nunca deben hacer los padres?
Los padres no son perfectos. Tienen que buscar una red de apoyo válida. Hoy existen asociaciones, grupos de autoayuda, expertos, etc. que conocen muy bien el trastorno y lo que implica. Apoyarse en esta red es positivo. El yo me lo guiso, yo me lo como a la larga no es un buen indicador de manejo.
¿Cómo se maneja la situación cuando hay más hermanos?
Es complicado. Muchos se ven desplazados. Un niño con TDH implica mucho tiempo. Por eso, es importante que los padres atiendan de forma especial a los hermanos, dedicándoles algún tiempo a solas.
¿Cómo dedicar tiempo a un mismo y a la pareja si el niño está encima todo el día?
No es fácil pero la idea es hacerlo compatible. El entrenamiento es indispensable. Hay que adquirir habilidades relacionadas con técnicas concretas: estructurar el tiempo ayuda mucho y crear hábitos, repitiendo secuencias en un orden, con post-it, por ejemplo. Además, la confrontación no es la mejor forma de resolver los problemas y hay que asumir que los niños pueden hacer las cosas con sus peculiaridades, sin imponer una forma rígida.
¿Cómo se deben dar las órdenes?
Educar no consiste en dar órdenes. Un niño tiene que hacer las cosas porque aprende a hacerlas por sí mismo. Hay que relajar el ambiente, no hacer un cuartel. Tiene que haber un orden y un tiempo para desarrollar las actividades. Y un principio fundamental es no enfrentarse, hay que llegar a acuerdos.
Y tener paciencia.
La paciencia es una virtud. Yo prefiero hablar de autocontrol. Éste se puede mejorar entrenándose y teniendo una visión realista de las cosas. Por ejemplo, no hay que convertir una comida en una batalla campal, hay que relativizar las cosas e introducir el sentido del humor.
¿Mejora la situación?
Hay que tener claro que es un trastorno que se puede manejar y se puede mejorar.
¿Cuál es su mensaje?
De esperanza. Se puede ser feliz y se puede trasladar esto a los hijos. No son niños que serán ni fracasados ni delincuentes.